domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Por qué hay que ser bueno?

¿Por qué hay que ser bueno? Para responder a esta pregunta, debemos, previamente, hacernos otra: ¿qué es ser bueno? Creo que para este concepto no existe una verdad universal, es algo subjetivo, que viene establecido en gran medida por el entorno de cada persona –familia, amigos- y por la sociedad en general, sobre todo en el caso de los menores de edad; no tanto en los adultos, cuyo comportamiento viene regido, en líneas generales, por las leyes –aunque estas también regularían los actos de los menores, pero siendo los padres de los mismos mucho más importantes y concretos para ellos-, y especialmente, por su propia conciencia y la herencia del entorno en su juventud.

En el caso concreto que nos ocupa, creo que un adolescente no sabe exactamente por qué hay que ser bueno, sino que simplemente evalúa lo que hace a raíz de las consecuencias que produzca para con su entorno, habitualmente sus padres, ya que estos le habrán inculcado, casi con toda seguridad, la política, para mí incorrecta, del castigo/regalo –aquella que consiste en premiar al hijo cuando se considere que ha hecho algo bueno y en recriminarle y castigarle por sus malos actos sin, en muchas ocasiones, dar explicaciones o recurrir al diálogo.

Personalmente, pienso que hay que ser bueno, ya teniendo en cuenta la variación del concepto para cada persona, porque te puedes sentir reconfortado, satisfecho contigo mismo, al comportarte de modo correcto o hacer algo por los demás, sabiendo lo importante que es esto para tu felicidad, y mucha gente te valorará más. Además, las personas que están a tu alrededor se pueden contagiar –así como todo lo malo se pega- y estarías contribuyendo, en cierta forma, a mejorar el mundo o, al menos, tu entorno.

Aun así, he de decir, como conclusión, que creo que cada persona debe, en un ejercicio de responsabilidad, establecer su propio límite entre lo bueno y lo malo –sobre todo, los padres deben permitir a sus hijos hacerlo-, porque ¿cómo aceptar las normas de buena conducta que dicta la sociedad, cuando esta es manipulada por un sistema económico que no hace sino fomentar las desigualdades sociales y que es sustentado por la búsqueda del máximo beneficio personal?

martes, 1 de noviembre de 2011

Conflicto en educación

Las Instrucciones de la Viceconsejería de Educación de la Comunidad de Madrid sobre el comienzo del curso han suscitado, desde su publicación el 4 de julio, gran cantidad de manifestaciones, concentraciones y encierros por parte del profesorado y los estudiantes de Secundaria. A mi entender, no es para menos; este documento aumenta las horas lectivas semanales de los docentes de dicha etapa educativa de 18 a 20, dejando de incluir, además, tutorías o actividades extraescolares. La consejera de Educación y Empleo, Lucía Figar, cifra el ahorro con esta medida en 80 millones de euros.

Yo no estoy en contra del ahorro en tiempos de crisis, sino de a quién afecta el mismo. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid deja de recaudar unos 65 millones de euros con las exenciones fiscales que aplica a las familias con hijos que estudian en centros privados y gasta, en el marco de un Estado aconfesional, más de 35 millones de euros en profesores de religión y en ayudas a diferentes colectivos religiosos; sin ello, ahorraría (o recaudaría, según el caso) más de 100 millones de euros.

Creo, además, que las reformas efectuadas servirán para dar una mala imagen de la educación pública y muchos alumnos pasarán a la escuela concertada o privada, disminuyendo la equidad de los estudiantes y la futura igualdad de oportunidades que solo puede ser garantizada por la existencia de un único modelo de enseñanza, la educación pública y laica, algo a lo que los capitalistas, representados en Madrid por el gobierno de Esperanza Aguirre, son contrarios, puesto que viven de la explotación hacia otras personas, que deben ser inferiores a ellos, y se aprovechan de la crisis para introducir sus medidas de ajuste enfocadas hacia las desigualdades sociales.

También pienso que deben buscarse alternativas para el ahorro sin empeorar otros aspectos como la tasa de desempleo, ya que al aumentar las horas lectivas de los profesores no se renovarán los contratos de entre 2.000 y 3.000 interinos.   

He hablado a este respecto con Andrés Contreras Guillén, coordinador de la Asociación en Defensa de los Estudiantes, que insta a nuestros políticos a “apostar por los servicios públicos para salir de la crisis”, sobre todo la educación, “para que los jóvenes puedan labrarse un futuro y obtener un trabajo digno”. Nos habla también del trabajo de su organización: “Estamos en colaboración con Soy Pública, CGT Enseñanza y con otras organizaciones sindicales. El próximo día 11 de Noviembre de 18:00 h. a 21:00 h. en el Centro Cultural Santa Petronila hay convocada una reunión para todos los estudiantes de Villaverde para coordinar nuestras acciones. Contamos también con el apoyo de la Asociación de Usuarios de la Biblioteca Pública María Moliner, ya que en las Bibliotecas hace tiempo que empezaron los recortes.” Por último, aprovecha para decirnos que no nos rindamos, puesto que “la juventud es la llama del proletariado; aunque la lucha sea lenta, vamos lento porque vamos lejos”, y que luchemos por “los derechos de la clase trabajadora”.

En definitiva, creo que las medidas de ahorro deben aplicarse sobre otros sectores y no sobre la educación pública, que es la base para mejorar en un futuro nuestra sociedad.