sábado, 3 de marzo de 2012

¿Cultura o negocio?

Los ciudadanos debemos tener derecho al libre intercambio de conocimientos que enriquecería nuestra sociedad y no podemos aceptar que unas cuantas empresas –que no crean cultura, solo negocian con ella- controlen lo que somos, que es, al fin y al cabo, resultado de todas nuestras referencias culturales. No dejemos que privaticen también la confrontación de ideas que da lugar al progreso. El copyright no está enfocado hacia la transmisión de la cultura sino hacia obtener beneficios con la misma, algo que es intolerable.

Hay muchos creadores de obras culturales –música, cine, libros- que no son muy conocidos por el hecho de que ninguna empresa tenga interés en difundir las mismas. Las compañías que poseen el copyright de obras se encargan usualmente de su distribución, por lo que pueden, mediante el marketing principalmente, lanzar al prestigio internacional a un determinado autor que obtendrá así grandes beneficios; sin embargo, muchos autores necesitan Internet como medio para transmitir su obra porque ninguna empresa dedicada al ámbito de la cultura tiene interés en difundirla. Visto esto, sin las descargas habría muchas obras culturales de las que nunca podríamos disfrutar.

Por tanto, creo que con las descargas de Internet de obras protegidas por copyright podríamos llegar a lograr que la industria dedicada a “proteger” dichas obras se hundiese, consiguiendo así que todos los autores compitan en el mercado en igualdad de condiciones y pudiendo tener a nuestra disposición una mayor cantidad de obras culturales independientemente de si a una empresa le interesa que las conozcamos o no –puesto que la continua expansión de nuestro actual sistema de copyright nos llevará en algún momento a la censura.